Todo lo que querías saber sobre los funcionarios y nunca te atreviste a preguntarlo
Hace unos meses recibí en mi correo electrónico un texto en defensa del funcionario público. Estoy completamente de acuerdo con su creador y, por ello, he decidido incluir su texto en este post para intentar derribar algunas de las falsas e injustas acusaciones que muchas veces se hacen al funcionario:
Desde hace muchos años, ser Funcionario en España está mal visto. Cierto es, que en una época (ya felizmente olvidada) el funcionariado se hizo acreedor de una reputación ciertamente cuestionable. Eran otros tiempos.
Suponer que a día de hoy ese colectivo mantiene el statu quo de épocas pasadas es no estar en la realidad. Ya no es el Funcionario español el depositario de los tópicos más rancios y trasnochados de la filosofía del “vuelva usted mañana”; pensar o expresar lo contrario me parece, si no malintencionado, cuando menos, injusto.
Pero que un Ministro, y más el de Administraciones Públicas, haga unas declaraciones imprecisas de las que los ciudadanos ajenos a la Función Pública puedan fácilmente deducir que “los funcionarios” son poco menos que un atajo de vagos y maleantes a los que hay que tratar prácticamente como si de vulgares delincuentes se tratara, se me antoja simple y llanamente, intolerable.
Sabido es que la fama arrastrada por “los funcionarios” pesa como una losa de la que difícilmente podemos liberarnos con declaraciones como éstas.
Desde mi experiencia, desgraciadamente ya dilatada, puedo constatar que los servicios que prestan las Administraciones Públicas son de una altísima calidad. Voy a poner unos ejemplos:
- ¿Nadie ha tenido problemas con la compra de una vivienda? Según un estudio realizado por una organización de consumidores y usuarios, el 100% (es decir, TODAS) de las viviendas presentan deficiencias en su construcción. (Empresa privada)
-¿Nadie ha tenido la sensación de que le han “atracado” en algún taller de reparación de coches? (Empresa privada)
- ¿Nadie ha tenido problemas con las operadoras de telefonía? (Empresa privada)
- ¿Nadie tiene queja de los servicios técnicos de reparación, por ejemplo, de electrodomésticos? (Empresa privada)
- ¿Hablamos ahora de profesiones liberales –abogados, arquitectos, medicina privada,...? (Empresa privada)
- ¿Qué me dicen de algunos fontaneros? ¿No han tenido nunca la sensación de que les han atracado a “punta de soplete”? (Empresa privada)
- “Señora, la factura ¿la quiere con IVA o sin IVA?” (Empresa privada)
- En León capital, se acometió hace unos años una peatonalización de tal envergadura como la chapuza que luego resultó ser. Caminar por León es sinónimo de incomodidad, de inseguridad, de peligro a romperte un pie o las narices (y no digamos para nuestros invidentes o nuestros ancianos). Todo el mundo conoce el calamitoso estado de una parte muy importante de las aceras que se empeñaron en colocar de baldosas que luego acabaron destrozadas. Esas obras las han hecho EMPRESAS PRIVADAS. Ahora bien, cuando su estado es nefasto, vienen las brigadas MUNICIPALES y lo dejan “niquelado” -sí, esos que son “funcionarios”- (véase el caso de Ordoño II).
Los funcionarios somos quizás los únicos trabajadores en España totalmente transparentes para Hacienda. Nos tienen perfectamente controlados nuestros ingresos y de nuestras escuálidas nominas salen los impuestos para cubrir el dinero que debieran pagar algunos -¿muchos?- que no lo hacen, que utilizan mil subterfugios para no contribuir como debieran al sostenimiento del Estado.
Podríamos seguir poniendo ejemplos y más ejemplos y ello nos llevaría, por comparación, a ver que los servicios prestados por la Administración Pública están, en su conjunto, muy por delante de los que prestan las empresas privadas, y además a un coste ridículo. Un funcionario presta un servicio a la ciudadanía porque es su obligación, sin mercantilismo que le condicione a la hora de actuar, sin buscar un beneficio económico y sin triquiñuelas destinadas a evadir al fisco todo lo que se pueda.
Por lo tanto, creo que ya es hora de hacer un poco de “apostolado” y vender “casa por casa” si fuera necesario, nuestra aportación a la sociedad, y explicar a la gente que los funcionarios no hacemos trampas con el IVA, no escamoteamos dinero a Hacienda, cumplimos escrupulosamente con nuestras obligaciones, tanto laborales como sociales (y muchas veces, muy por encima de nuestro cometido con tal de que los ciudadanos no sean perjudicados nunca por la Administración), procuramos mejorar día a día en nuestro cometido, a pesar de que se nos ha denostado y casi humillado hasta el hartazgo.
¿De qué tenemos entonces que avergonzarnos? ¿No se deberían avergonzar estos politiquines que nos usan como instrumento para ganar votos? ¿Qué ocurre en Marbella? ¿Cuántas Marbellas hay en España? Esos señorones que amasan fortunas de millones de euros ¿son “funcionarios” de a pie? ¿o son políticos? ¿o empresarios?
¡Ya está bien! Y ya que nuestros “amigos” los sindicatines que negocian en nuestro nombre nuestro futuro laboral, salarial, social, se han subido al carro de la burguesía, y se abrazan efusiva y públicamente con quienes más nos denostan, no podemos hacer otra cosa que repudiar su actitud y prescindir de su “ayuda”. Han sido, y siguen siendo, mientras no se demuestre lo contrario, un lastre que llevamos soportando mucho tiempo. Creo que ya llegó el momento de soltarnos de sus ataduras, sus imposiciones y su “autismo” –han acuñado el espíritu del despotismo ilustrado francés, “todo para el funcionario pero sin el funcionario”-, con la salvedad de que ya no es “todo” para el funcionario...
Debemos defendernos nosotros solos. Aceptar el amparo de quienes han consentido que se nos machaque año tras año es ir en contra de nuestros propios intereses y hacerles “el caldo gordo” a quienes no merecen hablar en nuestro nombre.
Espero que haya abierto los ojos a más de uno. Sería bueno que dejásemos, por ejemplo, de machacar a todo aquel amigo/a o conocido/a que sea funcionario, y que cada vez que salga el tema machacarlo, humillándole por su condición laboral, como si fuera un vago y un estorbo para la sociedad. Además, todo aquel que critica lo hace por prejuicios adquiridos pero sin la experiencia ni el conocimiento de la realidad del día a día del funcionario.
Sí es cierto que en ocasiones algunos funcionarios de atención al público no se comportan como debieran y se olvidan que están al servicio del ciudadano, pero esto también pasa en la empresa privada. Depende siempre del trabajador individualmente, nunca del puesto que ocupen, sea público o privado.
Desde hace muchos años, ser Funcionario en España está mal visto. Cierto es, que en una época (ya felizmente olvidada) el funcionariado se hizo acreedor de una reputación ciertamente cuestionable. Eran otros tiempos.
Suponer que a día de hoy ese colectivo mantiene el statu quo de épocas pasadas es no estar en la realidad. Ya no es el Funcionario español el depositario de los tópicos más rancios y trasnochados de la filosofía del “vuelva usted mañana”; pensar o expresar lo contrario me parece, si no malintencionado, cuando menos, injusto.
Pero que un Ministro, y más el de Administraciones Públicas, haga unas declaraciones imprecisas de las que los ciudadanos ajenos a la Función Pública puedan fácilmente deducir que “los funcionarios” son poco menos que un atajo de vagos y maleantes a los que hay que tratar prácticamente como si de vulgares delincuentes se tratara, se me antoja simple y llanamente, intolerable.
Sabido es que la fama arrastrada por “los funcionarios” pesa como una losa de la que difícilmente podemos liberarnos con declaraciones como éstas.
Desde mi experiencia, desgraciadamente ya dilatada, puedo constatar que los servicios que prestan las Administraciones Públicas son de una altísima calidad. Voy a poner unos ejemplos:
- ¿Nadie ha tenido problemas con la compra de una vivienda? Según un estudio realizado por una organización de consumidores y usuarios, el 100% (es decir, TODAS) de las viviendas presentan deficiencias en su construcción. (Empresa privada)
-¿Nadie ha tenido la sensación de que le han “atracado” en algún taller de reparación de coches? (Empresa privada)
- ¿Nadie ha tenido problemas con las operadoras de telefonía? (Empresa privada)
- ¿Nadie tiene queja de los servicios técnicos de reparación, por ejemplo, de electrodomésticos? (Empresa privada)
- ¿Hablamos ahora de profesiones liberales –abogados, arquitectos, medicina privada,...? (Empresa privada)
- ¿Qué me dicen de algunos fontaneros? ¿No han tenido nunca la sensación de que les han atracado a “punta de soplete”? (Empresa privada)
- “Señora, la factura ¿la quiere con IVA o sin IVA?” (Empresa privada)
- En León capital, se acometió hace unos años una peatonalización de tal envergadura como la chapuza que luego resultó ser. Caminar por León es sinónimo de incomodidad, de inseguridad, de peligro a romperte un pie o las narices (y no digamos para nuestros invidentes o nuestros ancianos). Todo el mundo conoce el calamitoso estado de una parte muy importante de las aceras que se empeñaron en colocar de baldosas que luego acabaron destrozadas. Esas obras las han hecho EMPRESAS PRIVADAS. Ahora bien, cuando su estado es nefasto, vienen las brigadas MUNICIPALES y lo dejan “niquelado” -sí, esos que son “funcionarios”- (véase el caso de Ordoño II).
Los funcionarios somos quizás los únicos trabajadores en España totalmente transparentes para Hacienda. Nos tienen perfectamente controlados nuestros ingresos y de nuestras escuálidas nominas salen los impuestos para cubrir el dinero que debieran pagar algunos -¿muchos?- que no lo hacen, que utilizan mil subterfugios para no contribuir como debieran al sostenimiento del Estado.
Podríamos seguir poniendo ejemplos y más ejemplos y ello nos llevaría, por comparación, a ver que los servicios prestados por la Administración Pública están, en su conjunto, muy por delante de los que prestan las empresas privadas, y además a un coste ridículo. Un funcionario presta un servicio a la ciudadanía porque es su obligación, sin mercantilismo que le condicione a la hora de actuar, sin buscar un beneficio económico y sin triquiñuelas destinadas a evadir al fisco todo lo que se pueda.
Por lo tanto, creo que ya es hora de hacer un poco de “apostolado” y vender “casa por casa” si fuera necesario, nuestra aportación a la sociedad, y explicar a la gente que los funcionarios no hacemos trampas con el IVA, no escamoteamos dinero a Hacienda, cumplimos escrupulosamente con nuestras obligaciones, tanto laborales como sociales (y muchas veces, muy por encima de nuestro cometido con tal de que los ciudadanos no sean perjudicados nunca por la Administración), procuramos mejorar día a día en nuestro cometido, a pesar de que se nos ha denostado y casi humillado hasta el hartazgo.
¿De qué tenemos entonces que avergonzarnos? ¿No se deberían avergonzar estos politiquines que nos usan como instrumento para ganar votos? ¿Qué ocurre en Marbella? ¿Cuántas Marbellas hay en España? Esos señorones que amasan fortunas de millones de euros ¿son “funcionarios” de a pie? ¿o son políticos? ¿o empresarios?
¡Ya está bien! Y ya que nuestros “amigos” los sindicatines que negocian en nuestro nombre nuestro futuro laboral, salarial, social, se han subido al carro de la burguesía, y se abrazan efusiva y públicamente con quienes más nos denostan, no podemos hacer otra cosa que repudiar su actitud y prescindir de su “ayuda”. Han sido, y siguen siendo, mientras no se demuestre lo contrario, un lastre que llevamos soportando mucho tiempo. Creo que ya llegó el momento de soltarnos de sus ataduras, sus imposiciones y su “autismo” –han acuñado el espíritu del despotismo ilustrado francés, “todo para el funcionario pero sin el funcionario”-, con la salvedad de que ya no es “todo” para el funcionario...
Debemos defendernos nosotros solos. Aceptar el amparo de quienes han consentido que se nos machaque año tras año es ir en contra de nuestros propios intereses y hacerles “el caldo gordo” a quienes no merecen hablar en nuestro nombre.
Espero que haya abierto los ojos a más de uno. Sería bueno que dejásemos, por ejemplo, de machacar a todo aquel amigo/a o conocido/a que sea funcionario, y que cada vez que salga el tema machacarlo, humillándole por su condición laboral, como si fuera un vago y un estorbo para la sociedad. Además, todo aquel que critica lo hace por prejuicios adquiridos pero sin la experiencia ni el conocimiento de la realidad del día a día del funcionario.
Sí es cierto que en ocasiones algunos funcionarios de atención al público no se comportan como debieran y se olvidan que están al servicio del ciudadano, pero esto también pasa en la empresa privada. Depende siempre del trabajador individualmente, nunca del puesto que ocupen, sea público o privado.
1 comentario:
Hola, muy interesante el post, saludos desde Mexico!
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